Hoy, el Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI) presentó una propuesta de Programa Piloto que busca aumentar la disponibilidad y flexibilidad de las vías de migración regular a México para mujeres centroamericanas víctimas de violencia de género y sus hijas e hijos, a través de la expedición de Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias desde los consulados mexicanos en Guatemala, El Salvador y Honduras. La presentación contó con la participación de la Asociación Pop No’j (Guatemala), la Comisión de Acción Social Menonita (Honduras), el Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador (GMIES) y ONU Mujeres México.
El “Programa Piloto para aumentar la disponibilidad y flexibilidad de las vías de migración regular a México para mujeres centroamericanas víctimas de violencia de género y sus hijas e hijos” no necesita modificaciones al marco jurídico migratorio mexicano, pues las bases ya están contempladas en la Ley de Migración y su Reglamento, bastaría con que la Secretaría de Gobernación emitiera el Programa. Los criterios para identificar a las mujeres beneficiarias están establecidos en el marco normativo para eliminar la violencia contra las mujeres, la Ley de Migración y la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político.
Para su implementación basta con la voluntad de la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes deberán elaborar el Programa, en coordinación con organizaciones de la sociedad civil y la academia. El Programa debe incluir, al menos, temporalidad; población beneficiada y requisitos; directrices para que las oficinas consulares de México en los países centroamericanos y el Instituto Nacional de Migración lo ejecuten; publicarlo en el Diario Oficial de la Federación; difundirlo e implementarlo.
De acuerdo con solicitudes de acceso a la información, entre 2019 y 2021, la Secretaría de Relaciones Exteriores a través de sus oficinas consulares en Guatemala, Honduras y El Salvador otorgaron en total 50 visas humanitarias, 27 para mujeres y 23 para hombres. Migrar a México de forma regular es difícil a menos que sea una persona privilegiada, rica o proveniente de un país con alta rentabilidad, por lo que facilitar la movilidad de las mujeres a través de vías regulares de migración disminuiría su exposición a la violencia que experimentan en sus procesos migratorios, y una vez en México, con una situación migratoria regular y permiso para trabajar, reduciría el riesgo de vivir violencia económica y patrimonial, pues poder trabajar les brindaría autonomía económica.
Es importante resaltar que la población inmigrante en México es menos del 1% del total de la población, en comparación con otros países como Estados Unido o Canadá donde representa el 20% de su población. Implementar el Programa no implicaría cambios a los marcos jurídicos pues las oficinas consulares cuentan con facultades para tramitar visas y condiciones de estancia por razones humanitarias con permiso de trabajo, así lo establecen las fracciones II y III del artículo 78 del Reglamento de la Ley de Servicio Exterior Mexicano: “Expedir a los extranjeros permisos de internación a México… y Visar pasaportes extranjeros…”. Además, aumentar la disponibilidad y flexibilidad de las vías de migración regular es parte de los objetivos del Pacto Mundial sobre Migración impulsado por el Estado mexicano en 2018.
En México, 3 de cada 10 personas en los eventos de detención son mujeres y 4 de cada 10 solicitudes de asilo son de mujeres. De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, hasta abril de 2023 se registraron 43 mil 937 eventos de detención de mujeres migrantes, de las cuales 3 de cada 10 son niñas y adolescentes y 7 de cada 10 mujeres mayores de edad. En 2022, se registraron 136 mil 080 eventos de detención de mujeres migrantes, 23% niñas y adolescentes y 77% mujeres mayores de edad. Los principales países de procedencia son Guatemala, Honduras y Venezuela.
Aunque la migración es multicausal, a menudo las mujeres migran por causas relacionadas con la violencia de género, la persecución y amenazas hacía ellas o sus familias, la pobreza, la desigualdad y discriminación, y las consecuencias del cambio climático. La violencia en razón de género que viven no termina al salir de sus países de origen, esta es transversal a su experiencia migratoria. Entre los riesgos que experimentan al migrar se destacan los secuestros, las extorsiones, la violencia sexual, la trata de personas, el acoso, la dificultad para denunciar y acceder a la justicia, y la violencia institucional y comunitaria.