Gracias por visitarnos. Imagino que has de estar muy cansada después de recorrer tantos países. Yo también estuve cansada. Hace meses que emprendí el camino junto con mi familia en busca de un lugar seguro, porque mi comunidad, mi casa se volvió insegura. Gente mala nos perseguía a mí y a mi familia. Deje atrás a mis amigas, mis abuelitos, mi perro, mi casa. Mi mamá y mi papá me dijeron que teníamos que salir e ir a otro lugar, nunca imaginé que el recorrido sería tan largo. Hace poco vi que cruzamos por muchos países. Caminar ha sido agotador. A veces nos han recibido con gritos o empujones, otras veces nos han puesto en lugares con muchas personas donde apenas puedes comer o beber agua.
Hace unos meses llegamos a México. Al llegar buscamos el lugar donde nos brindarían protección, donde solicitaríamos tener documentos para poder sobrevivir aquí. Nos dijeron que podíamos aplicar y que revisarían si cumplíamos con los requisitos para esa protección, pensé: ¿acaso no es suficiente con saber y demostrar que si regresamos a nuestro país nos va a matar la gente mala o le harán cosas feas a mi mamá o a mi papá? Hemos esperado por muchos meses y no ha habido respuesta. Dormimos en la calle, en una casa de acampar improvisada, mi mamá y mi papá no tienen trabajo y hacen lo que pueden para conseguir dinero para comer cada día. Mi situación es muy parecida a la de muchas niñas, niños y adolescentes que solos o con sus familias buscan protección en México, pero la respuesta es la misma: largas esperas en la calle, con muchas violencias.
También hay otras niñas y niños cuya suerte es más difícil: son detenidos por agentes migratorios, llevadas a lugares donde permanecen encerradas y sin comunicación, y al final son devueltas a sus países, aunque su vida, como la mía, corre peligro.
Querida Amal, tu presencia es un grito de esperanza, para que el gobierno de México nos vea, y se entere que, antes que migrantes, somos niñas y niños, que merecemos protección, junto a nuestras familias. Te pedimos que nos ayudes a recordarle a las autoridades mexicanas que las niñas, los niños y nuestras familias buscamos un lugar seguro para desarrollarnos, para aportar. Devolvernos a nuestro país, obligarnos a transitar por veredas peligrosas o en el lomo de un camión o encima del tren no es protección. Ninguna niña o niño camina kilómetros a menos que esa ruta sea más segura que quedarse en casa, o que quedarse en casa se convierta en la boca del lobo.
Gracias por venir Amal, tu presencia significa esperanza para todas las niñas y los niños migrantes en este país.