Aunque hay ligeras variaciones por tipo de flujo migrato rio, se trata de mujeres jóvenes, en edad productiva y reproductiva, con niveles altos de analfabetismo y pocos años de escolaridad acumulada. La mayoría se dedica al trabajo del hogar, el comercio y los servicios, y la minoría al trabajo agrícola y sexual. Las trabajadoras migrantes contribuyen al desarrollo de Chiapas. Con sus cuidados, favorecen la reproducción social de las familias locales. A su vez, aumentan la calidad y el valor de los productos agrícolas, gracias al trabajo puesto tanto en su selección como en la etapa de vivero (Rojas, 2013). Sin embargo, las migrantes trabajan en empleos precarios, en la econo mía informal, en situación irregular, expuestas a situa ciones de abuso y sin acceso a derechos, como el trabajo decente y la salud. Importantes estudios han llamado la atención sobre las condiciones de explotación de las tra bajadoras migrantes en las fincas agrícolas, los hogares y los centros botaneros chiapanecos.1 La política migrato ria contribuye al desarrollo cuando regula el trabajo de las mujeres migrantes y garantiza sus derechos de acuerdo a los estándares internacionales. Es un tema de igualdad, así como de eficiencia (UNIFEM, 2005; Global Forum on Migration and Development, 2011). En este sentido, la programación nacional 2013-2018 contiene elementos para ampliar el acceso de ellas a sus derechos a través de diversas estrategias y líneas de acción. No obstante, se presentan varios desafíos que deben ser atendidos para que las acciones programadas puedan implementarse con presupuesto adecuado, las políticas tengan alcance, y se logre garantizar el pleno ejercicio y goce de los derechos de las trabajadoras migrantes cen troamericanas en Chiapas.